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El viernes se cumplen 20 años de la consagración de Juan Pablo II como cabeza del catolicismo. Desde entonces, el Papa desempeñó "el capitalismo desenfrenado" y el "marxismo salvaje", y dio un nuevo aliento a la diplomacia vaticana.

El Papa Juan Pablo II contempla con profunda tristeza y preocupación la exactitud de sus advertencias sobre los peligros de la "alineación humana" bajo el imperio del capitalismo desenfrenado desde el fin de la guerra fría. Durante todo este tiempo ha llamado la atención sobre la codicia y la corrupción desatada, invocando su autoridad moral por sobre todas las ideologías.

Ni capitalismo ni marxismo

Hace casi una década, después que el imperio soviético llegó a las etapas finales de su caída, el pontífice nacido en Polonia advirtió proféticamente que el "capitalismo desenfrenado" no sería mejor que el "marxismo salvaje", ya que profundizaría aún más el abismo que separa a los ricos de los pobres del mundo. 
Hoy el pontífice de 78 años ve que sus predicciones se han cumplido mil millones de personas, la tercera parte de la mano de la obra mundial, está sin empleo, según la Organización Internacional del Trabajo, organismo de la O.N.U. 
De hecho - señaló el Papa en su encíclica de 1991 Centesimus Annus, referida a la situación imperante de ingente pobreza material y moral - existe el riesgo de que se extienda una ideología capitalista radical que se niegue siquiera a considerar estos problemas, en la creencia a priori que cualquier intento de resolver está condenado al fracaso, y que ciegamente confía su solución al libre juego del mercado. 
Juan Pablo II luego se pregunta si, después del fracaso del comunismo, 'El capitalismo es el sistema social victorioso, y debe ser el objetivo de los países que ahora se esfuerzan por reconstruir su economía y sociedad". 
Se responde que "si por capitalismo entendemos un sistema cuya libertad económica no está circunscripta por un fuerte marco jurídico que lo pone al servicio de la libertad humana en su totalidad, entonces la respuesta es negativa". 
El Papa finalmente concluye que mientras "la solución fracasó, las realidades de la marginación y explotación siguen existiendo en el mundo, especialmente en el Tercer Mundo, como ocurre también con la realidad de la alienación humana, especialmente en los países más avanzados... También es una realidad en las sociedades occidentales". Piensa que el capitalismo global está en retirada, con consecuencias imprevisibles para los capitalistas y los trabajadores. 
Para un Papa que basó su largo pontificado en la dedicación a la justicia social y el respeto por los derechos humanos , es difícil afrontar los enormes cambios políticos y económicos que se producen durante el período final del siglo XX. 
Es un duro golpe para este Papa cuyo reinado ingresa en la fase final, como también lo es su creciente desaliento ante la menguante influencia de la Iglesia Católica Romana bajo su conducción y de incapacidad para conseguir la unidad cristiana a pesar de sus incesantes esfuerzos por lograr el entendimiento ecuménico. 
En la esfera social, el deterioro de la condición humana se aceleró aún antes de que el capitalismo cayera en la crisis actual. Los inversores internacionales huyen de los mercados emergentes de todo el mundo dejando a su paso económico destruidas. Los mercados financieros desde Wall Street hasta Europa occidental y la postrada Rusia amenazan con sumergir a las naciones industrializadas en la recesión, cuando no la depresión. Rusia y China están cada vez mas dominadas por capitalistas corruptos que reemplazan a los funcionarios comunistas. Los chinos viven bajo un extraño sistema híbrido llamado "libre mercado socialista". 
Según leyó Juan Pablo II en un informe de las Naciones Unidas el mes pasado, las expectativas populares "se han vuelto globales, pero la riqueza, no". El 20% de la población de los países de altos ingresos es responsable del 6% al 8% del consumo privado mientras que el 20% más pobre de la población mundial solo consume el 1,3%. El quinto más rico compra nueve veces más carne, tiene acceso a 50 veces más teléfonos y utiliza 80 veces más vehículos motorizados y productos de papel que el quinto más pobre. Actualmente 2.000 millones de personas viven con ingresos de U$S 400 anuales (en los países ricos, el promedio es de U$S 19.300). 
De acuerdo con el informe, los estadounidenses gastan anualmente más en cosméticos y los europeos occidentales en helados de lo que costaría brindar educación primaria, agua potable y atención sanitaria a más de 2.000 millones de personas - casi un tercio de la población mundial que carece de estos beneficios -. Conforme con el distorsionado índice actual de distribución de la riqueza, cuatro quintos de la población mundial proyecta para el año 2.050 - 8.000 de cada 9.500 millones - vivirán en países pobres. 
Juan Pablo II en toda oportunidad posible advierte contra lo que denomina "consumismo destructivo" , que es parte de la difusión de la "cultura de la muerte" en el mundo, especialmente en los países occidentales: las drogas, el alcohol, el delito y el aborto. La O.N.U. informa a este respecto que anualmente, en todo el mundo, se gastan U$S 400.000 millones en drogas ilegales. La enérgica condena del aborto por parte del Papa, por supuesto, es coherente con su posición ética y moral fundamental sobre la santidad de la vida humana, cuestión que profundiza cada vez más las divisiones dentro de su iglesia.

TAD SZULC - BIOGRAFO DEL PAPA JUAN PABLO II 
DIARIO EL CLARÍN - SECCIÓN OPINIÓN 
MIÉRCOLES 14 DE OCTUBRE DE 1998